Institut Català del Peu

Pie cavo: Conceptos básicos

El pie cavo posee una morfología caracterizada por un aumento en altitud y amplitud del arco
longitudinal del pie. Por este motive, la superficie de apoyo se ve disminuida sobre todo en el
arco longitudinal externo, donde es habitual la presencia de la rotura del istmo. Normalmente
es asintomático pero puede ocasionar fatiga, esguinces de repetición del pie o tobillo, puntos
de hiperpresión así como afectación muscular y/o fascial.


La etiología del pie cavo es variada:
– Enfermedad neurológica
– Idiopática
– Hipertónica (deportistas y bailarinas)
– Pie cavo congénito (poco común)
– Secundario a traumatismos


Las neuropatías hereditarias sensitivomotores, como el Charcot-Marie-Tooth, y las atrofias
musculares espinales distales son las afecciones neuromusculares que con mayor frecuencia
causan pies cavos. También cursan con esta afectación enfermedades neurológicas de otra
etiología como la poliomielitis, la parálisis cerebral, la ataxia de Friedrich o las distrofias
musculares.


La sintomatología y la clínica del pie cavo es la siguiente:
– Rigidez
– Dedos en garra
– Dolor en zonas de presión plantar (sobre todo en las cabezas de los metatarsianos o pulpejos
de los dedos en garra).
– Fascitis plantares
– Talalgias
– Hiperqueratosis y/o helomas
– Inestabilidad de pie y tobillo


Se puede clasificar en anterior, posterior o mixto, según su disposición en el plano sagital. El
pie cavo anterior es la forma más frecuente. En este pie el desequilibrio entre los músculos
que traccionan el pie tienden a verticalizar los metatarsianos, principalmente el primero, cosa
que hace que sus cabezas se encuentren marcadamente descendidos en referencia al talón. El
pie cavo posterior aparece en la parálisis del tríceps sural y a consecuencia de la carencia de
tracción del tendon de Aquiles, el calcáneo se verticaliza y asciende por la parte anterior. Las
formas mixtas se presentan cuando la caída del primer metatarsiano es más acusada respecto
de los otros, porque el retropié se coloca en gran supinación para compensarla y
secundariamente el calcáneo se verticaliza.

Según la posición del talón en el plano frontal, el pie cavo puede ser cavo varo, cavo valgo o
cavo neutro.


En cuanto al tratamiento es aconsejable un soporte plantar retrocapital, que consiga
redistribuir las cargas en la planta del pie, de forma que el apoyo disminuya bajo las cabezas de
los metatarsianos y una parte se transfiera a la zona distal de la diáfisis, así como en un
aumento de la estabilidad del pie y el tobillo. A la vez, la elevación de las cabezas de los
metatarsianos provocará una disminución de la posición en garra de los dedos, que también
estarán más cómodos con un calzado de pala alta y ancha. En el pie cavo, el principal problema
para el paciente es el dolor plantar. Una ortesis de apoyo retrocapital también puede
conseguir un alivio sintomático. Si el tratamiento conservador es insuficiente, y en los pies que
presentan una alteración importante de la biomecánica del pie o del dolor que ocasione una
alteración funcional y un impedimento de la actividad diaria, se plantea el tratamiento
quirúrgico.

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